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Mostrando entradas de noviembre, 2009

"El alma solo tiene, pues, que recibir la Eternidad Divina en el deslizamiento de las sombras del tiempo....

Cuando uno no se gobierna con sus propias ideas, no necesita defenderse con palabras. Nuestras palabras no pueden expresar más que las ideas que concebimos: y si no existen estas ideas, tampoco hay palabras, porque ¿para que servirían?, ¿para dar razón de lo que se hace?. Pero si el alma no conoce esa razón, que permanece oculta en el principio que le hace actuar, y del que solo siente el impulso de manera inefable. Es preciso, pués, dejar que cada momento sostenga la causa del momento siguiente; y todo se sostiene en este encadenamiento divino, todo resulta firme y solido, y la razón de lo que precede se ve por el efecto de lo que sigue. Quedó atrás una vida de pensamientos, imaginaciones, una vida de palabras múltiples. Ya no es eso lo que ocupa al alma, lo que la alimenta y entretiene.  El alma no vé ni prevé por donde habrá de avanzar. No se ayuda ya, con reflexiones para animarse al trabajo y aguantar las incomodidades del camino, y va pasando por todo en el sentimiento más