¿Qué más quieres, ¡oh alma!, y qué más buscas fuera de ti, pues  dentro de ti tienes tus riquezas, tus deleites, tu satisfacción, tu hartura y tu  reino, que es tu Amado, a quien desea y busca tu alma?...  Sólo hay una cosa,  que, aunque está dentro de ti, está escondido...      Pero todavía dices: Puesto está en mí el que ama mi alma, ¿cómo no le hallo ni le  siento? La causa es porque está escondido, y tú no te escondes también para  hallarle y sentirle. Porque el que ha de hallar una cosa escondida, tan a lo  escondido y hasta lo escondido donde ella está ha de entrar, y, cuando la halla, él también está escondido como ella. Como quiera, pues; que tu Esposo amado  es el tesoro escondido en el campo de tu alma, por el cual el sabio mercader  dio todas sus cosas (Mt. 13, 44), convendrá que para que tú le halles,  olvidados todas las tuyas y alejándote de todas las criaturas, te escondas en tu  retrete interior del espíritu. ...