Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora Hermanas Misioneras de la Caridad
Escucha en silencio. Porque tu corazón está lleno de mil cosas, no
puedes escuchar la voz de Dios. Pero desde el momento en que te
pones a la escucha de la palabra de Dios en tu corazón pacificado,
éste se llena de Dios.
Esto requiere muchos sacrificios. Si pensamos, si queremos orar, es
necesario prepararnos para ello. Sin darle largas. Aquí no se trata
sino de las primeras etapas hacia la oración, pero si no las llevamos
a cabo con determinación, jamás llegaremos a la última etapa,
la presencia de Dios.
Por eso el aprendizaje debe ser perfecto desde el comienzo: ponerse
a escuchar a Dios en tu corazón; y en el silencio del corazón Dios habla.
Después, de la plenitud de lo que hay en el corazón, la boca está
llena para hablar. Aquí se obra la confluencia.
En el silencio del corazón, Dios habla, y no tenemos
que hacer más que escucharle.
Después, una vez que tu corazón entra en la plenitud porque se
encuentra lleno de Dios, lleno de amor, lleno de compasión,
lleno de fe, tiene la boca de que hablar.
Acuérdate, antes de hablar, que es necesario escuchar, y solamente
así,desde lo más profundo de un corazón abierto, puedes hablar y
Dios te escucha.
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